martes, 22 de mayo de 2007

GLOBALIZACION: Modernidad u Holocausto Empresarial

Hoy el mundo sufre grandes cambios estructurales en sus diferentes bloques económicos: Estados Unidos (EU) ha tratado de reactivar por todos los medios una economía consumista decadente comparada con la de los años 20. Sumado a estos medios una supuesta lucha contra el narcotráfico de la cual difícilmente saldrá librado. La Unión Europea (UE) continua en pie de lucha tratando de unificar un mundo lleno de paradigmas económicos resultado de su propia historia; esta unidad tal vez no fracase pero tampoco será una alternativa histórica. Por otra parte vemos a una América Latina (AL) carente de liderazgos y con centenares de caudillos grandilocuentes de hinchada retórica demagoga tratando de imponer regimenes incoherentes con su realidad económica.

Todos estos hechos los podemos traducir como una constante búsqueda de estructuras que permitan una globalización perfecta, iniciada hace un par de décadas por Thatcher y Reagan. Bajo este concepto se han aceptado una serie de costos de oportunidad. Siendo un hecho que entre los lideres existen puntos de vista encontrados al tocar temas como la economía de guerra (EU), el pago del cheque británico (UE), o la nula cooperación entre países (AL); sin embargo es una realidad que también existen puntos de acuerdo en cada uno de estos diferentes bloques económicos. Costos de oportunidad que comulgan los líderes locales, regionales y mundiales sin la necesaria protocolarización a cambio de continuar con el modelo global expansionista. Dos de estos costos de oportunidad a cambio de una globalización perfecta ha sido la marginación de los salarios a nivel mundial generando una desigualdad en la distribución de la renta y una precaria seguridad social para los empleados.

Con respecto a la desigualdad salarial al día de hoy la globalización ha sido incapaz de llevar de la mano la consecuente globalización de la fuerza de trabajo. La globalización desde el punto de vista de la teoría económica clásica (capitalismo puro) representa la construcción de un mercado mundial libre donde capitales, mercancías y fuerza de trabajo deberán mantener una perfecta libertad de movimiento. Dicho modelo esquematiza idílicamente una igualdad de salarios a nivel mundial al moverse los trabajadores de sectores de bajos salarios a zonas de salarios mejor remunerados. Sin embargo el fenómeno es inverso completamente: la realidad muestra una precoz y casi nula movilidad de los trabajadores generando desigualdad de salarios a nivel mundial y por ende una desigualdad en la distribución de la renta en los diferentes bloques económicos.

Por otro lado la precaria seguridad social para los empleados resulta ser una externalidad negativa de la falta de libre movilidad de la fuerza de trabajo. Aunado a esto la nula responsabilidad social de los líderes empresariales es inminente al ver a nuestros empleados como un punto crucial para la reducción de costos y uno de los caminos fáciles para crecer.

Los empresarios locales y regionales debemos entender que la seguridad social no es un costo sino por el contrario desarrolla externalidades positivas al generar sentido de pertenencia hacia nuestras empresas lo cual se traduce en mayor productividad, en la reducción de rotación y ausentismo de personal, minimiza el número de roces laborales, facilita el reclutamiento y contratación de profesionales.

Las empresas que estamos dadas de alta en México ante instituciones oficiales estamos obligadas a brindar las Prestaciones de Ley que actualmente incluyen (por cada año) seguridad social, seis días de vacaciones, 25% de prima vacacional, 15 días de aguinaldo y reparto de utilidades. Todas estas prestaciones reguladas por la Ley Federal del Trabajo (LFT), la Ley del Impuesto sobre la Renta (LISR), la Ley del Seguro Social (LIMSS) y la Ley del Instituto Nacional del Fondo de la Vivienda para los Trabajadores (LINFONAVIT).

Por lo anterior hoy exhorto a las empresas locales a reestructurar sus ideas de globalización. Nos exigimos ser más competitivos, nos exigimos ser mejores, y esas exigencias radican en gran medida en la capacidad que tengamos para invertir en nuestro capital laboral.

En estos años de intensa labor como empresario “me he encontrado con el México de los justos reclamos, de los antiguos agravios y de las nuevas demandas “ tal como lo escribiría para las páginas de la Historia Luis Donaldo Colosio en el Monumento a la Revolución en 1994. Veo que la humanidad avanza inexorablemente hacia una descarnizada lucha por alcanzar una globalización perfecta; pero si bien está muy avanzado este proceso también veo a un grupo de líderes políticos, sociales, y empresariales de madurez probada en su responsabilidad social. Líderes que les apasiona “convivir, compartir, escuchar y comprender al pueblo” al que pertenecen. Líderes que ven a “un México con hambre y sed de justicia”. Líderes provenientes de “una cultura del esfuerzo y no del privilegio”. Líderes que confían más en los hechos que en las palabras. Líderes que ven al “México que nos convoca hoy”; al México que convoca a nuestra conciencia; “ese es el México al que hablamos de darle seguridad”. Líderes que vemos al México que nos exige y también en él vemos al México que nosotros responderemos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Carlos Alberto Martinez Dominguez dijo...

echale ganas cuñado y muy buso he